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Estoy bastante seguro de que será imposible controlar las condiciones postrevolucionarias, pero creo que tiene usted toda la razón al decir que es necesario un “ideal social positivo”. Sin embargo, el ideal social que yo propondría es el de la sociedad cazadora-recolectora nómada.

En primer lugar, argumentaría que para que un movimiento revolucionario tenga éxito tiene que ser extremista. Jacques Ellul dice en algún sitio que una revolución debe asumir como su ideal lo opuesto de lo que se propone derrocar.[2] Abel afirma que “para que una ideología sirva como base a un movimiento que aspire a tener éxito, debe vincular la meta del movimiento con el asunto tratado por éste. La mejor manera de conseguir esto es diseñar un plan en el cual los objetivos sean los opuestos a aquello que es considerado como la causa de las experiencias problemáticas”.[3] Trotsky escribió: “Las diferentes etapas de un proceso revolucionario se certifican por un cambio de partidos en el que el más extremo siempre suplanta al menos extremo ...”.[4] La sociedad cazadora-recolectora nómada cumpliría perfectamente esa función de ideal social porque, como ejemplo de cultura humana, se encuentra en el extremo opuesto de la sociedad tecnológica.

En segundo lugar, si alguien asume la postura de que ciertos aspectos de la civilización deben salvaguardarse, por ejemplo los logros culturales hasta el siglo XVII, entonces se verá tentado a realizar concesiones cuando se trate de eliminar el sistema tecnoindustrial, con el posible o probable resultado de no lograr en absoluto eliminar el sistema. Si el sistema se derrumba ¿qué les ocurrirá a los museos de arte con todas sus pinturas y esculturas de valor incalculable? ¿O a las grandes bibliotecas con sus inmensos almacenes de libros? ¿Quién se preocupará de las obras de arte y los libros cuando no haya organizaciones lo suficientemente grandes y ricas para dar trabajo a restauradores y bibliotecarios, así como a policías para impedir el saqueo y el vandalismo? ¿Y qué pasará con el sistema educativo? Sin un sistema educativo organizado, los niños crecerán incultos y quizás analfabetos. Evidentemente, cualquiera que sienta que es importante preservar los logros culturales humanos alcanzados hasta el siglo XVII, será muy reacio a aceptar un derrumbe completo del sistema, por lo tanto buscará una solución de compromiso y no tomará las medidas francamente extremas que son necesarias para asestarle a nuestra sociedad un golpe que la desvíe de su actual rumbo de desarrollo, rumbo que viene determinado por la tecnología. Por tanto, sólo pueden ser revolucionarios eficaces aquellos que estén dispuestos a prescindir de los logros de la civilización.

En tercer lugar, a la mayoría de la gente, una existencia cazadora-recolectora le parecerá mucho más atractiva que aquella ofrecida por una civilización preindustrial. Aún hoy, muchas personas disfrutan cazando, pescando y recolectando frutas y frutos secos silvestres. Creo que pocos disfrutarían de tareas tales como arar, tirar de azada o trillar la mies. Y en las sociedades civilizadas la mayoría de la población generalmente ha sido explotada de una forma u otra por clases superiores: si no había esclavos o siervos, entonces a menudo había peones asalariados o agricultores sin tierras propias sujetos a la dominación de los terratenientes. Con frecuencia las sociedades civilizadas preindustriales padecían epidemias y hambrunas desastrosas y la gente corriente tenía, en muchos casos, una nutrición pobre. Por contra, los cazadores-recolectores, salvo en el Lejano Norte, generalmente gozaban de una buena nutrición.[5] Las hambrunas entre ellos probablemente fueron poco frecuentes.[6] Se vieron relativamente poco afectados por enfermedades infecciosas hasta que muchas de esas enfermedades les fueron contagiadas por pueblos más “avanzados”.[7] La esclavitud y las jerarquías sociales bien desarrolladas pueden haber existido entre los cazadores-recolectores sedentarios, pero (aparte de la tendencia a mantener a las mujeres subordinadas a los hombres en mayor o menor grado), las sociedades cazadoras-recolectoras nómadas se caracterizaban, típicamente (aunque no siempre), por la igualdad social[8], y normalmente no practicaban la esclavitud (aunque yo conozco una excepción: aparentemente algunos indios Cree, que probablemente eran cazadores-recolectores, tomaban esclavos[9]).

Por si acaso ha leído usted los escritos anarcoprimitivistas que retratan el estilo de vida cazador-recolector como una especie de Jardín del Edén políticamente correcto donde jamás nadie tenía que trabajar más de 3 horas por día, donde hombres y mujeres eran iguales y todo era amor, cooperación y altruismo, he de decir que eso no son más que tonterías; y si le interesa, lo probaré con numerosas citas antropológicas. Pero incluso si no tenemos en cuenta la versión idealizada de los anarcoprimitivistas y echamos un vistazo realista a los hechos, las sociedades cazadoras-recolectoras nómadas resultan mucho más atractivas que las sociedades civilizadas preindustriales. Imagino que su principal objeción a las sociedades cazadoras-recolectoras frente a (por ejemplo) la civilización europea del renacimiento o finales del Medievo, sería su nivel relativamente bastante modesto de logros culturales (en términos de arte, música, literatura, erudición, etc.). Pero yo dudo seriamente de que más de una pequeña fracción de la población de la sociedad industrial moderna se preocupe mucho de esa clase de logros culturales.

Además, la sociedad cazadora-recolectora ha probado su encanto como ideal social: el anarcoprimitivismo parece haber ganado una amplia popularidad. Difícilmente se puede imaginar un éxito igual para un movimiento que tome como ideal, por ejemplo, la sociedad de finales de la Edad Media. Por supuesto, hay que cuestionarse hasta qué punto el éxito del anarcoprimitivismo depende de su retrato idealizado de las sociedades cazadoras-recolectoras. Mi suposición, o al menos mi esperanza, es que ciertos aspectos desagradables de las sociedades cazadoras-recolectoras (por ejemplo, la dominación masculina, o el trabajo duro), disgustarían a los izquierdistas, los neuróticos y los vagos, pero que dichas sociedades, retratadas de forma realista, seguirían resultando atractivas para aquella clase de personas que podrían ser revolucionarios eficaces.

No creo que un retorno a una economía de caza y recolección en todo el mundo vaya a ser en realidad un posible resultado de un colapso de la sociedad industrial. Ninguna ideología persuadirá a la gente de que se deje morir de hambre mientras pueda alimentarse cultivando la tierra, así que presumiblemente la agricultura será practicada dondequiera que la tierra y el clima sean adecuados para ello. Una vuelta a la caza y la recolección como únicos medios de subsistencia podría ocurrir solamente en las regiones inadecuadas para la agricultura, como por ejemplo el subártico, las llanuras áridas, o las montañas escarpadas.

[1] Traducción  a partir del original manuscrito en inglés, a cargo de J. H. Nota del traductor.

[2] O algo por el estilo. Probablemente esto procede de Autopsy of Revolution de Ellul. En este caso, y en cualquier otra carta que pueda escribirle a usted, tenga en cuenta por favor que [...] siempre que no sea capaz de citar una fuente, aportando el correspondiente número de página, para cualquier dato que mencione podrá usted asumir que me estoy basando en mis (posiblemente equivocados) recuerdos de algo que haya leído (posiblemente hace muchos años), a no ser que el dato sea algo conocido por prácticamente todo el mundo o pueda ser encontrado en fuentes fácilmente disponibles, como enciclopedias o libros de texto corrientes. Sé por experiencia que, en mi caso, este tipo de recuerdos, a pesar de que algunas veces puedan ser completamente erróneos y algunas otras veces puedan ser totalmente acertados, generalmente son correctos a grandes rasgos aunque fallen en los detalles. [Existe edición en castellano del libro de Ellul citado: Autopsia de la Revolución, Unión Editorial, 1973. N. del t.].

[3] Neil J. Smelser, Theory of Collective Behaviour, The Free Press (una división de Macmillan Company), Nueva York, 1971, página 349, nota 5; citando a T. Abel, “The Pattern of a Successful Political Movement”, American Sociological Review, Volumen 2 (1973), página 350. [Hay traducción en castellano: Teoría del Comportamiento Colectivo, Fondo de Cultura Económica, 1989. N. del t.].

[4] Leon Trostky, History of the Russian Revolution, traducido por Max Eastman, 1980, Vol. Uno, páginas xviii-xix. [Existe edición en castellano: Historia de la Revolución Rusa, Zero, 1974. N. del t.].

[5] Por ejemplo, Elizabeth Cashdan, “Hunters and Gatherers: Economic Behaviour in Bands”, en S. Plattner (Editor), Economic Anthropology, 1989, páginas 22-23. [Existe edición en castellano: “El comportamiento económico en las bandas”, en Stuart Plattner (Ed.), Antropología económica, Alianza Editorial Mexicana, 1991. N. del t.].

[6] “En todos los ejemplos bien documentados, los casos de penuria [= inanición] pueden ser achacados a la intervención de intrusos modernos”. Carleton S. Coon, The Hunting Peoples, 1971, páginas 388-389.

[7] Doy por hecho que esto es un “conocimiento común” entre los antropólogos. De todos modos, tengo poca información específica acerca de este tema. […].

[8] […]. La igualdad social, de todos modos, no se daba siempre en todas las sociedades cazadoras-recolectoras, a pesar de lo que digan los anarcoprimitivistas. [...].

[9] Encyclopaedia Britannica, 15ª edición, 1997, Volumen 10, artículo “Slave”, página 873.