Conservación y subsistencia

Por Eric Alden Smith y Mark Wishnie

Nota: aquí meramente aparece nuestra presentación del texto. El texto completo puede leerse en formato pdf haciendo clic en el título del artículo. 

El principal valor de este artículo es que desmonta el mito de que las sociedades de pequeña escala (bandas de cazadores-recolectores, tribus horticultoras, pastores nómadas…) son conservadoras de la Naturaleza. Los casos en los que se puede encontrar una ética y unas prácticas de conservación en este tipo de sociedades son excepcionales, según los autores.

Uno de los defectos más graves del artículo es que intenta negar el concepto de clímax en ecología con la excusa de que los ecosistemas van evolucionando a lo largo del tiempo. Los autores proponen la “ecología de la ausencia de equilibrio”, es decir un relativismo ecológico. El caso es que parten de unos presupuestos teóricos que ni siquiera ellos se creen, puesto que se contradicen al menos en tres ocasiones a lo largo del artículo (cuando hablan de predador clave, de praderas como degradación de bosques y de especies características de las fases de la sucesión ecológica).

Por otro lado, al leerlo pueden surgir cuestiones interesantes, por ejemplo la biodiversidad. Hoy en día está de moda, todo el mundo habla de ella. El hecho de que la diversidad (cultural, étnica, política,...) sea un valor muy importante de la sociedad tecnoindustrial ha facilitado la expansión del término “biodiversidad” en la sociedad. Ha calado tanto en la sociedad que funciona hasta como atractivo turístico. Todas las regiones cacarean su alta biodiversidad para atraer turistas y todos los parques naturales quieren tener mucha biodiversidad, aunque para ello tengan que usar maquinaria (mantener prados, p.ej.).

Se supone que una alta biodiversidad es señal de estabilidad y salud del ecosistema, pero esto no siempre es así. Un buen ejemplo lo tenemos en la Península Ibérica, se considera que es uno de los lugares con mayor biodiversidad de Europa. Aunque haya alta diversidad de especies y de hábitats, al no haber zonas salvajes de gran extensión, los grandes predadores tienen muchas dificultades para subsistir. Una cosa es la Naturaleza salvaje y otra la biodiversidad. Hay otras zonas en Europa más salvajes y donde alguno de nosotros preferiría estar, aunque sean menos biodiversas.

Evidentemente, hay ecosistemas salvajes que tienen una altísima biodiversidad, por ejemplo las selvas tropicales. En este caso hay una correlación entre alta biodiversidad y Naturaleza salvaje. Sin embargo, hay otros ecosistemas salvajes (cierto tipo de bosques, p.ej.) que tienen menos biodiversidad, pero que tienen igualmente valor intrínseco, precisamente, porque son salvajes. Resumiendo, lo que tiene valor intrínseco es la Naturaleza salvaje, no la biodiversidad.

Los autores defienden el valor positivo de los efectos del ser humano en los ecosistemas porque al hacer un claro en el bosque mejora la biodiversidad. No obstante, más adelante dicen que la pradera es una degradación, entonces ¿en qué quedamos? ¿Es algo positivo que potencia la biodiversidad o es algo que degrada? El argumento de que es algo positivo se esgrime hoy en día para justificar la dehesa y otros ecosistemas antropizados. No se dan cuenta de que si hubiese, entre otros elementos, grandes masas de herbívoros salvajes en Europa, como hace miles de años, no habría necesidad de mantener prados (ya sea con máquinas o con ganado) como se hace hoy en día. Por otro lado, las especies surgieron (nos referimos al proceso de especiación) antes de la antropización de los ecosistemas, por lo tanto no es necesaria la intervención del hombre para mantener esas especies vivas sobre la faz de la tierra o “para crear biodiversidad”, la Naturaleza salvaje se basta y se sobra. No todos los lugares tienen que tener una altísima biodiversidad.

Otra cuestión interesante relacionada con la anterior sobre la cual se puede reflexionar es la interacción del ser humano con los ecosistemas. Si se quiere ofrecer un ideal positivo (la caza-recolección) para un movimiento contrario a la sociedad tecnoindustrial no estaría de más reflexionar sobre esta cuestión. ¿Qué tipo de sociedades serían? ¿Con qué modo de producción? ¿Cuál es ético? ¿Sólo los cazadores-recolectores nómadas a pie? Si usamos la terminología del artículo, ¿qué grado de ingeniería de ecosistemas es aceptable?

Como suele ocurrir, los autores tienen unos valores muy diferentes de los que tiene Naturaleza Indómita. No solo porque intenten desechar el concepto de clímax o porque tomen la biodiversidad como referente, sino también porque lo importante para ellos son los pueblos, no la naturaleza salvaje. Además son progresistas, y se sirven del concepto “ingeniería de ecosistemas” para no discernir entre los efectos en la naturaleza de una sociedad de cazadores-recolectores y los de una civilización.