Nota: aquí meramente aparece nuestra presentación del texto. El texto completo puede leerse en formato pdf haciendo "click" en el título del artículo.

El siguiente texto no es más que un intento fallido más de definir el carácter salvaje por parte de un individuo al que es obvio que dicha tarea le queda grande. Y el resultado, en consecuencia, dista mucho de ser todo lo claro y preciso que sería de desear. Sin embargo, el interés del texto radica no tanto en que el autor haga un intento más o menos chapucero de definir el carácter salvaje, sino en algunas de las cosas que menciona en dicho intento, sea clara y explícitamente o de refilón. En concreto, cabe destacar la idea de que la ciencia (en especial, se supone, la ecología) debería tener en cuenta el carácter salvaje como parámetro a la hora de evaluar la calidad de los sistemas naturales y sus partes integrantes y la idea de que dicho carácter consiste en la autonomía de la Naturaleza. Estas dos y algunas otras ideas más hacen que el texto sirva para pensar acerca de en qué consiste y en qué no el carácter salvaje.

Por desgracia el autor no es muy hábil usando el lenguaje para expresar sus ideas de forma clara e inequívoca y el resultado, como se ha dicho, dista mucho de ser lo que el título promete: una definición mínimamente útil y precisa, algo que nos sirva para aclarar de forma rápida y mínimamente exacta qué es y qué no es el carácter salvaje. Así, el autor utiliza de forma confusa ciertos términos (honestidad, alienación, proceso, enfoque de la vida, etc.) para tratar de definir el carácter salvaje o su ausencia, de modo que no se acaba de saber bien a qué hacen referencia y qué tienen que ver realmente con la autonomía de los sistemas naturales.

Otro de los defectos del texto es que el autor, a pesar de tratar de dar una solución más o menos original al problema del llamado dualismo humano/Naturaleza (es decir, ¿es lo humano parte de la Naturaleza o no?) diferenciando entre carácter salvaje y carácter natural, sigue cayendo en el error de considerar que la Naturaleza a que él y quienes valoran lo salvaje se refieren, es lo mismo que la “Naturaleza” a que se refieren algunos filósofos y académicos en sus ratos de “trabajo”. Según ellos, Naturaleza es todo lo que existe (¡Además, lo dice la Wikipedia! ¡Palabra de Dios! Amén[1]). Sin embargo, ni el autor, ni ninguno de quienes valoran el carácter salvaje, ni tampoco siquiera los mencionados intelectuales fuera de sus despachos, libros y clases, en realidad suelen pensar en todo lo que existe cuando piensan en la “Naturaleza”, sino más bien sólo en lo que no es artificial. Si, como parece, el autor considera que el carácter salvaje está muy relacionado con la honestidad, podría empezar por reconocer lo anterior y ser lógicamente coherente con ello.

Aparte de estos dos defectos fundamentales, el artículo tiene algunos otros errores más concretos que comentaremos brevemente:

· Demasiadas referencias a lugares y referentes comunes de la ecología radical o profunda (de la que la llamada ecopsicología no es más que una rama) que son más que dudosos. Por ejemplo, la manida cita de Standing Bear que en el fondo lo que viene a significar es el rechazo de lo salvaje como algo malo y el aplauso de la mansedumbre como algo bueno. (¡No porque la dijese un indio tiene que ser una frase acertada y sabia!).

· Considerar que la confusión es la causa del malestar psicológico, cuando en realidad es más bien una de sus consecuencias o síntomas. En concreto es un efecto de la inseguridad y los sentimientos de inferioridad e impotencia derivados de la imposibilidad de experimentar adecuadamente la necesidad de llevar a cabo el llamado proceso de poder.[2]

· Considerar que el dingo ya no es una especie exótica en Australia y que está integrado en el ecosistema salvaje australiano. Habría mucho que discutir al respecto, pero solventar el problema de las especies exóticas diciendo que tras un tiempo acaban adaptándose a su nuevo medio y entran a formar parte de él es pasar por alto que durante ese periodo de adaptación pueden causar un daño enorme a los ecosistemas y especies nativos, de modo que en muchos casos se podría dudar incluso de si el ecosistema al que se acaban adaptando es ya el mismo al que llegaron en un primer momento o sólo una caricatura (es decir, algunos restos degradados) de él. En el caso del dingo, aunque asumiésemos que hoy en día esté ya adaptado a los ecosistemas australianos (cosa quizá incluso dudosa), en los miles de años que han pasado desde su llegada a Australia y el presente esta especie artificialmente introducida ha sido responsable de la extinción o reducción de unas cuantas especies de otros animales,[3] con el consiguiente impacto ecológico que ello supone. No es precisamente un final feliz en el que todo se arregla. Las especies extinguidas no vuelven.

· Y algo parecido se puede decir de la afirmación del autor de que la valoración moral de los efectos ecológicos de los organismos autointroducidos es comparable a la de los efectos ecológicos de los organismos introducidos por el ser humano. Es esta una afirmación chocante para alguien que pretende iluminarnos acerca del carácter salvaje de la Naturaleza y de los seres que la componen. No ver la diferencia existente entre introducir una especie artificialmente, y lo que ello supone, y que esa especie llegue a un nuevo territorio por sus propios medios no parece que sea entender mucho de qué va el asunto del carácter salvaje. El único caso en que ambas cosas, la introducción artificial y la autointroducción y sus efectos son moralmente equiparables sería el de nuestra propia especie, Homo sapiens.

[1] Por mucho que la Wikipedia a veces tenga artículos válidos para ser usados como referencia y fuente de datos sobre ciertos temas, escritos por gente sensata, capaz y conocedora de los temas en cuestión, otras muchas veces (y esto es cierto en especial en idiomas diferentes del inglés) no deja de ser lo que es: un sitio donde cualquiera puede entrar y escribir un artículo sobre un tema no tratado previamente, sepa de lo que habla o no, sepa escribir y usar el lenguaje o no y sea un superdotado o un subnormal. Ser democrática y abierta no hace más fiable a una enciclopedia.

[2] Véase al respecto: La sociedad industrial y su futuro, Isumatag, 2011. Párrafos 33-86.

[3] Véase por ejemplo: Mike Letnic, Melanie Fillios y Matthew Crowther, “The arrival and impacts of the dingo”, en Alistair Glen, Christopher Dickman (Eds.), Carnivores of Australia: Past, Present and Future, CSIRO Publishing, 2014, págs. 53-67. O también, de los mismos autores (2012), “The impact of the dingo on the thylacine in Holocene Australia”, World Archaeology, 44:1, págs. 118-134.