Nota: aquí meramente aparece un fragmento inicial del texto. El texto completo puede leerse en formato pdf haciendo clic en el título del artículo. 

INTRODUCCIÓN

En nuestra búsqueda para entender la sostenibilidad, nos hemos afanado por comprender factores tales como las transformaciones energéticas, los límites biofísicos y el deterioro medioambiental, así como las características humanas que impulsan la producción y el consumo y los supuestos de la economía neoclásica. A medida que aumenta nuestro conocimiento de estos asuntos, van surgiendo las aplicaciones prácticas de la economía ecológica. Pero aún con estos avances, se pierde algo importante. Cualquier problema humano no es sino un momento de reacción a anteriores eventos y procesos. Los patrones históricos maduran a lo largo de generaciones e incluso siglos. Difícilmente la experiencia de una vida desvelará completamente las razones de un suceso o un proceso. Los niveles de empleo en la producción de recursos naturales, por ejemplo, pueden responder a un ciclo de inversiones de capital con un periodo de latencia de varias décadas (Watt 1992). Los factores que hacen que las sociedades se colapsen, tardan siglos (Tainter 1988). Para llevar a cabo las políticas actuales y futuras necesitamos entender los procesos sociales y económicos en sus escalas de tiempo y comprender dónde nos encontramos dentro de un patrón histórico. El conocimiento histórico es fundamental para la sostenibilidad (Tainter 1995a). Ningún programa para mejorar la sostenibilidad podrá considerarse práctico, si no incorpora ese conocimiento fundamental.

En esta era de cambios medioambientales globales, nos enfrentamos a lo que puede ser la mayor crisis de la Humanidad. El conjunto de las transformaciones mencionadas como cambio global, dejan en pañales a todas las anteriores experiencias en cuanto a la velocidad, el ámbito geográfico de sus consecuencias y el número de personas que se verán afectadas (Norgaard 1994). De todas formas, muchas veces en el pasado las poblaciones humanas se han enfrentado a unos retos extraordinarios y la diferencia entre sus problemas y los nuestros es sólo de orden de magnitud. Se podría esperar que, en una sociedad que resuelva sus problemas de forma racional, procurásemos entender de forma apremiante las experiencias históricas. En realidad, nuestros modelos de educación y nuestra impaciencia por la innovación, nos han hecho refractarios al conocimiento histórico (Tainter, 1995a). En su ignorancia, los políticos tienden a buscar las causas de los sucesos sólo en el pasado reciente (Watt 1992). Como resultado de ello, aunque disponemos de mayores oportunidades que cualquier grupo humano anterior para entender las razones profundas de nuestros problemas, esas oportunidades pasan generalmente desapercibidas. No sólo no sabemos donde nos encontramos en la historia, sino que la mayoría de nuestros conciudadanos y políticos no son todo lo conscientes que debieran.

Una limitación recurrente a la que se enfrentaron las sociedades anteriores, ha sido la complejidad en la resolución de problemas. Es una limitación que pasa generalmente desapercibida en los análisis económicos contemporáneos. En los últimos 12.000 años, las sociedades humanas parecen haberse desarrollado, de forma casi inexorable, hacia una mayor complejidad. La mayor parte de ellas han tenido éxito: la complejidad ofrece ventajas y una de las razones para nuestro éxito como especie, ha sido nuestra capacidad para “aumentar rápidamente la complejidad de nuestro comportamiento” (Tainter 1992, 1995b). Pero la complejidad puede ser también dañina para la sostenibilidad. Puesto que la forma de resolver nuestros problemas ha sido la de desarrollar la sociedad y la economía más compleja de la historia humana, es importante entender el precio que tuvieron que pagar las sociedades anteriores cuando siguieron estrategias similares. En este capítulo discutiré los factores que causaron que las sociedades anteriores entrasen en colapso, los principios económicos de la complejidad en la resolución de problemas y algunas implicaciones de los patrones históricos en nuestros esfuerzos por resolver los problemas actuales. Esta discusión señala que parte de nuestra respuesta al cambio global tiene que ser la de entender la evolución a largo plazo de los sistemas de resolución de problemas.

                                                                             [Este texto es mucho más largo, para seguir leyéndolo haz clic aquí]