¿Por qué el valor intrínseco? Una defensa de la honestidad
Por Kate McFarland
Por los entes salvajes en sí mismos
Como recién nombrada subdirectora de The Rewilding Institute (TRI), uno de mis objetivos es garantizar que TRI se mantenga fiel a su misión original de restaurar y proteger las tierras y los seres vivos salvajes por sí mismos. Lamentablemente, el reconocimiento del valor intrínseco de la Naturaleza salvaje se ha convertido en la excepción dentro de la conservación, no en la norma; de ahí que Dave Foreman publicase Take Back Conservation.
Como antigua filósofa del lenguaje que ahora vende su trabajo a los filósofos morales, estoy muy atenta a la estructura del discurso y, en concreto, a los argumentos morales implícitos y explícitos (o a la falta de ellos) que esgrimen tanto las organizaciones como los activistas. Esto me ha distanciado de tantas organizaciones conservacionistas que ya son demasiadas como para contarlas y fue una de las principales razones -podría decirse que la principal razón- por las que finalmente elegí TRI para dar salida a mi deseo de hacer frente a las crisis ecológicas actuales en compañía de otros “Cannots” (por utilizar el término de Foreman inspirado en Leopold para referirse a quienes no pueden vivir sin lo salvaje).
Como organización nacida del linaje de Wild Earth y su ethos de ecología profunda y ecocentrismo, TRI no oculta su compromiso con el valor intrínseco de la Naturaleza salvaje. El preámbulo de “Vision Statement” [“Declaración de nuestra visión”], por ejemplo, empieza así: “The Rewilding Institute parte de la base de que la mayor parte del mundo debería ser salvaje, que la extinción es la crisis global de nuestro tiempo y que los seres humanos modernos tenemos la obligación ética de proteger y restaurar la Naturaleza salvaje”. Esto contrasta con las numerosas organizaciones conservacionistas que justifican su trabajo en base a la dependencia humana respecto de los “recursos naturales” y de los “servicios ecosistémicos” ofrecidos por la Naturaleza.
Los objetivos declarados de TRI contrastan, por ejemplo, incluso con la retórica desplegada por la organización afín Half-Earth Project [Proyecto La Mitad de la Tierra]: “La actual extinción masiva del mundo natural es, junto con las pandemias, la guerra mundial y el cambio climático, una de las mayores amenazas que la humanidad se ha impuesto a sí misma. Perder gran parte de la biodiversidad de la Tierra es destruir nuestro patrimonio viviente y poner en riesgo la estabilidad del planeta, tanto en la actualidad como para todas las generaciones futuras”.
Si el objetivo último es la conservación de la mayor parte del planeta en estado salvaje, ¿por qué apostar por TRI en vez de por Half-Earth? En mi opinión, mi preferencia por TRI se debe en gran medida a su compromiso directo y coherente con el valor intrínseco de la Naturaleza. Nuestro objetivo debería ser conservar la Naturaleza salvaje y punto, no conservarla para así salvar a la humanidad de sí misma.
En este artículo ofrezco un alegato directo a favor de formular nuestras demandas de conservación y de rewilding en términos de una visión ecocéntrica del mundo que reconozca el valor intrínseco de la Naturaleza. Es más o menos como sigue: en igualdad de condiciones, deberíamos ser honestos (§1). Se podría sugerir que tenemos razones prácticas para ser deshonestos con el fin de proteger la Naturaleza salvaje (es decir, mentir para intentar atraer a los antropocéntricos) (§2); sin embargo, este posible contraargumento no se sostiene (§§3-4). Así pues, volvemos al punto de partida de que simplemente debemos ser honestos. ¡Ahí queda eso!
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