En el siguiente texto, el autor no dice todo lo que se podría y debería decir sobre las luchas actuales a favor de la justicia social, sus orígenes y su evolución, pero al menos lo que dice es muy cierto y creemos que debería ser conocido y tenido en cuenta para evitar ingenuidades como, por ejemplo, pensar que los paripés contra el patriarcado, la discriminación, etc. a los que nos tiene cada vez más acostumbrados el izquierdismo moderno imperante son meras reacciones naturales y espontáneas frente a un sistema social “injusto”. O creer que quienes promueven estas iniciativas son exclusivamente gente bienintencionada y sin ningún otro propósito político oculto. O creer que dichas luchas por la igualdad son inherentemente liberadoras y buenas y que nos llevan a un mundo más libre y justo. O pensar que, a pesar de la omnipresente propaganda actual a favor de dichas luchas (en las universidades y demás centros educativos, en los medios de comunicación de masas, en el contenido del arte o de los entretenimientos, etc.) y de que sus valores e ideas básicos están cada vez más asumidos por el grueso de la población, estas luchas van contra la corriente mayoritaria de la sociedad y las llevan a cabo heroicas minorías revolucionarias. O que los presuntos oprimidos y víctimas (y quienes les defienden) no pueden nunca ser opresores y verdugos a su vez. En realidad todo esto de las llamadas luchas identitarias no es nada nuevo para cualquiera que sea medianamente inteligente y esté mínimamente despierto, aunque siempre está bien conocer nuevos datos concretos como los que aporta el autor.