Abordando el tema de la superpoblación
Por Kate McFarland
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En todos los países más poblados se ha alcanzado ya la densidad de población necesaria para que la humanidad obtenga, en el mayor grado posible, todas las ventajas tanto de la cooperación como de las relaciones sociales. Una población puede estar demasiado poblada, aunque todos estén ampliamente abastecidos de alimento y vestido. No es bueno que el hombre se mantenga forzosamente todo el tiempo en presencia de los de su especie. Un mundo en el que se haya extirpado la posibilidad de disfrutar de la soledad es un ideal muy pobre. La soledad, en el sentido de poder estar a menudo solo, es esencial para cualquier profundidad de meditación o de carácter; y la soledad en presencia de la belleza y grandeza naturales, es la cuna de pensamientos y aspiraciones que no sólo son buenos para el individuo, sino de los que la sociedad malamente podría prescindir. Tampoco hay mucha satisfacción en contemplar un mundo sin nada dejado a la actividad espontánea de la naturaleza; con cada trozo de tierra cultivado con el fin de que sea capaz de producir alimento para los seres humanos; cada páramo florido o pradera natural arada, todos los cuadrúpedos o pájaros que no hayan sido domesticados para el uso del hombre exterminados por ser considerados como sus rivales por el alimento, cada seto o árbol superfluo desarraigado, y en el que apenas quede un lugar donde pueda crecer un arbusto o flor silvestre sin ser erradicado como una mala hierba en nombre de la agricultura mejorada. Si la tierra debe perder gran parte de eso que la hace agradable, y que se debe a cosas que el aumento ilimitado de la riqueza y la población extirparían de ella, con el mero propósito de permitir que mantenga una población mayor, pero no mejor ni más feliz, espero sinceramente, por el bien de la posteridad, que dicha población se contente con mantener un estado estacionario, mucho antes de que la necesidad le obligue a ello.
- J. S. Mill, “Of the Stationary State” (1848)
La ética de la población en el CEVH
Tengo la suerte de que el Centro de Ética y Valores Humanos (CEVH) del Estado de Ohio -ésta es la unidad para la que trabajo- no participe de la tendencia políticamente correcta del síndrome de negación de la superpoblación.
En particular, nuestro antiguo becario postdoctoral, Trevor Hedberg, dedicó parte de su postdoctorado a finalizar y publicar su libro The Environmental Impact of Overpopulation: The Ethics Of Procreation. Durante su estancia en el Centro, Trevor también intervino en un seminario web de encuentro entre el autor y sus críticos, que puede verse en YouTube. (Admito que aún no he leído el libro de Trevor y sólo conozco sus puntos de vista principalmente por dicho seminario web y por su artículo “The Moral Imperative to Reduce Global Population” para The Ecological Citizen, la revista ecocéntrica revisada por pares más leída).
Nuestro director, Piers Turner, también reconoce que la superpoblación humana es un problema, aunque a veces es mucho más mesurado de lo que lo sería yo, como en esta breve entrevista con el Instituto para la Sostenibilidad de nuestra universidad (“The 4 Ws and H of Sustainability Ethics”): “A veces se dice que la teoría de la ‘bomba demográfica’ de los años 60 era hiperbólica y errónea. Pero puesta en un contexto de desarrollo sostenible, en el que nos comprometamos a proporcionar un nivel de vida decente a 10.000 o 12.000 millones de personas en el futuro, puede que haya cierta versión de la teoría que sea correcta después de todo”. De acuerdo, en los tiempos que corren, supongo que es atrevido sacar el tema de la superpoblación en un foro de este tipo, aunque sea con ambages.
Es agradable trabajar en un entorno institucional donde no te presionan para que niegues que la superpoblación humana sea una catástrofe ecológica. Pero, dicho esto, permítanme decir que no estoy totalmente de acuerdo con los planteamientos de Hedberg o Turner sobre el tema, ya que son recursistas (es decir, que consideran que la Naturaleza es valiosa principalmente como una fuente de recursos con valor práctico o de supervivencia) y fundamentalmente antropocéntricos, aunque cada uno de ellos haga a veces incursiones no antropocéntricas.
Como de costumbre, enfoco las cosas desde el punto de vista de una mística solitaria embelesada por la Naturaleza. No puedo hablar de superpoblación sin decir unas palabras en favor de los introvertidos. Pero antes, y sobre todo, debo decir unas pocas palabras en nombre de la propia Naturaleza.
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