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Presentación de “Comunismo primitivo

El siguiente es otro texto más que refuta la idealización de las sociedades primitivas. Sorprendentemente, a pesar de todas las evidencias existentes, a pesar de los datos procedentes de la antropología, la psicología evolucionista, la biología, etc. o simplemente, a pesar del mero aunque cada vez más escaso sentido común, mucha gente, incluidos muchos académicos e intelectuales, y especialmente aquellos con tendencias ideológicas progresistas, siguen proyectando sus propios valores e ideas (post)modernos sobre los pueblos primitivos y creyendo (y haciendo creer) que los cazadores-recolectores eran igualitarios, feministas, pacíficos y demás moñadas por el estilo. Y una vez más, alguien les da para el pelo.

Sólo cabe señalar dos defectos en el texto. El primero es metodológico y poco importante: la falta de referencias en el caso de algunos datos que aparecen en el texto. Así, el autor no da las fuentes del discurso fúnebre de Engels acerca de Marx; ni da los datos bibliográficos del artículo de The Atlantic sobre Samuel Bowles y Jung-Kyoo Choi o del libro de texto de antropología del que extrajo la cita sobre la propiedad privada; ni dice quiénes son los que, acertadamente, ponen en cuestión la objetividad de Turnbull.[1]

Sin embargo, más importante que la falta de rigor bibliográfico es que el cuestionamiento del mito del comunismo primitivo por parte del autor viene motivado por su interés en promover las ideas y valores progresistas y, con ellos, el desarrollo de la sociedad tecnoindustrial. El autor, como la mayoría de los defensores del comunismo primitivo a quienes critica, en realidad quiere construir una sociedad moderna “mejor”, no acabar con ella. Lo que sucede es que simplemente, y de forma en cierto modo lógica, considera que engañarse y engañar acerca de las sociedades primitivas es contraproducente para alcanzar sus fines progresistas. Este tipo de autores tienen la esperanza de que mostrando las partes “malas” o desagradables (al menos malas o desagradables para la mentalidad progresista actual) del modo de vida primitivo: desigualdad, incomodidad material, violencia, infanticidio, gerontocidio, etc., su público aplaudirá y abrazará los “logros” de la civilización y el concepto humanista del progreso y no los cuestionará, e incluso los defenderá abiertamente. Sin embargo, hay buenos motivos para rechazar la civilización y la sociedad tecnoindustrial, e incluso para preferir las condiciones de vida primitivas a las modernas, que nada tienen que ver con la idealización de los primitivos. Por ejemplo, independientemente de si dichas sociedades primitivas eran igualitarias, solidarias, pacíficas, etc. o no, el hecho es que por lo general atentaban mucho menos contra la Naturaleza salvaje (incluida la naturaleza humana) que las sociedades civilizadas. Y menos aún que la sociedad tecnoindustrial, por muy “verde” que sea ésta.

Sea como sea, los datos que aporta el autor, siguen siendo válidos independientemente de su ideología progresista. Y por eso publicamos el texto.

[1] Una posible referencia sobre la falta de objetividad de los informes de Colin Turnbull acerca de los mbuti sería: Robert Edgerton, Sick Societies: Challenging the Myth of Primitive Harmony, Free Press, 1992, página 6.