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El texto siguiente, al igual que otros de los que aparecen en esta página, rebate de una forma bastante clara, sensata y elegante ciertos argumentos postmodernos y humanistas que a menudo se esgrimen en contra del concepto de la Naturaleza salvaje para tratar de ridiculizar su defensa y así justificar teóricamente su destrucción y domesticación.

De todos modos, el autor, como es habitual entre los conservacionistas, peca de cierto idealismo. Así, considera que “la principal razón por la que abusamos de la tierra … es ‘porque la consideramos una mercancía que nos pertenece’ en lugar de ‘una comunidad a la que pertenecemos’” e insinúa que al menos buena parte de la solución al problema de la destrucción y sometimiento de la misma pasa por adoptar como sociedad una ética de la moderación y la autolimitación en las relaciones con la Naturaleza. Sin embargo, lo primero es más bien una consecuencia y una justificación a posteriori del abuso, no su causa principal; y lo último ni es tan sencillo de lograr ni, de ser posible, resultaría por sí solo demasiado eficaz para conservar y recuperar la Naturaleza salvaje a largo plazo.

Otro defecto de este artículo es el carácter conciliador que el autor muestra hacia quienes pretenden anteponer o simplemente equiparar la justicia social con la defensa de la Naturaleza salvaje. En realidad, a menudo, ambos fines son no ya independientes, sino incompatibles a corto o largo plazo.