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Nuestro valor principal es el de la autonomía de la Naturaleza salvaje. No obstante, algunos de nosotros, a pesar de entender de manera acertada el significado de este concepto quizá no nos hayamos preocupado hasta ahora mucho por la “teoría” y la idea que hemos tenido al respecto ha sido una idea más bien intuitiva. Por esto creemos que resultará interesante tratar este concepto en profundidad y desde una perspectiva racional y materialista.

Para empezar cabe preguntarse ¿qué es la Naturaleza salvaje?, o mejor dicho, ¿existe la Naturaleza salvaje o más bien se trata de algo “prístino” que desaparece cuando un humano pone el pie en ella? ¿Es la idea de Naturaleza salvaje algo sólido y material en lo que poder sustentar una ideología o se trata de un concepto etéreo más propio de filósofos?

En este texto Foreman ahonda en este concepto y explica de forma sólida y justificada el significado del mismo. Es más, prueba de la solidez de “la auténtica idea de la Naturaleza salvaje”, que Foreman resume como “tierra con voluntad propia” o “tierra más allá del control humano”, es que el mismo significado que da Foreman para “zona salvaje” (“wilderness”) ha sido el empleado por el gobierno de los Estados Unidos para crear la definición legal de “territorio salvaje” y dar amparo a su Ley de Espacios Salvajes (“Wilderness Act”).

Resulta a su vez interesante cómo en la última parte del texto, para ahondar en su argumentación, el autor, recorre la historia del conservacionismo en EE.UU., desde su aparición en el siglo XIX hasta las actuales corrientes que tratan de recuperar zonas salvajes, pasando por la aparición de ramificaciones con las que el autor no se siente identificado como son la lucha contra la contaminación o la lucha por la explotación eficiente y la gestión prudente de los recursos naturales. Para el lector español quedará patente en dicho recorrido cómo el origen, las bases y la evolución de dicho movimiento nada tienen que ver con el ecologismo europeo y cómo la mayoría de las corrientes ecologistas europeas  son incompatibles con “la auténtica idea de Naturaleza salvaje”.