La "evolución autónoma" revisada
Por Kate McFarland
En una próxima serie de artículos para Ethics from the Outside, reexaminaré críticamente mis reflexiones anteriores sobre la idea de que los conservacionistas deberían basarse en el respeto a la evolución tomada como proceso autónomo, centrándome en el ensayo de abril de 2023 “Evolution is Good; Autonomous Evolution is Better” (y, en ocasiones, en su precursor “Ecocentrism is Underspecified: Toward a Sentimentalist Ethics of Respect for Evolution”).
Esta entrada introductoria servirá de “resumen de los capítulos” para la próxima serie.
¡Qué va! ¡No iba en serio! Ésa era ciertamente mi intención cuando empecé a escribir este texto. Sin embargo, cuando terminé el borrador de los “resúmenes”, me di cuenta de que ya había escrito lo suficiente para quedarme satisfecha por ahora.
Quiero ir más allá de mis primeras asociaciones con el rewilding y el ecocentrismo (al igual que muchas otras comunidades activistas y con intereses especiales, estas dos corrientes son escenarios propicios para el pensamiento de grupo) y todavía no estoy segura de si voy a seguir dedicándome a cuestiones de ética medioambiental. Pero nada de esto me ha impedido seguir reflexionando sobre estos temas y siento la necesidad de dejar constancia pública de que mis ideas han seguido evolucionando y de que los ensayos del año pasado ya no representan mis últimas opiniones.
En resumen, yo ya no adoptaría mi anterior formulación de la tesis, incluida la identificación de la evolución como el “fundamento moral” (véase el capítulo 3). Además, no siempre fui lo suficientemente clara sobre mis intenciones en mis escritos anteriores. Como expresivista moral de perfil bajo, con frecuencia estaba poniendo en práctica el título de mi tesis doctoral –“Feigning Objectivity” [“Fingiendo objetividad”]-, pero sin alertar a la audiencia acera de ello. Por ejemplo, no fui lo bastante directa al afirmar que la invocación de la autonomía sólo pretendía ser una metáfora provocativa (véase el capítulo 4). Lo más lamentable es que algunos de mis argumentos simplemente no funcionaban. Por ejemplo, exageré mucho las conclusiones de la sección final de “Evolution is Good”, al verme influida por mi condición de miembro del movimiento a favor del rewilding (véase el capítulo 2). También soslayé algunas objeciones potenciales y traté otras de forma inadecuada (véase el capítulo 5).
Dicho esto, sigo creyendo que incluso la formulación original de la tesis era lo suficientemente novedosa y provocativa como para que mereciese la pena sacarla a la luz. Por supuesto, es perfectamente legítimo defender una tesis filosófica simplemente con objeto de ofrecer una nueva perspectiva para el análisis, la discusión y las objeciones condenatorias. No creo que los ensayos mencionados sean una completa estupidez; si así fuese, simplemente los retiraría de Internet. Y lo que es más importante, sigo adhiriéndome a la postura básica: mi mundo ideal sería aquel en el que los seres humanos aceptasen voluntariamente reservar grandes zonas de la Tierra para que los procesos naturales siguiesen su propio curso y en el que estuviesen motivados para hacerlo, no por razones prácticas (“servicios ecosistémicos”), sino simplemente por respeto, deferencia y curiosidad hacia los poderes creativos de una evolución que se desarrolle de forma natural.
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