Un comentario sobre eso que llaman “rewilding agrícola”
Por Kate McFarland
Pocos días después de la publicación de mi ensayo “On Rewilding (Whatever That Is): Thoughts of a Faux Expat”, me llamó la atención un capítulo reciente sobre el llamado “rewilding agrícola”*: “Domesticating rewilding: combining rewilding and agriculture offers environmental and human benefits” de Virginia Thomas et al. en Transforming food systems: ethics, innovation and responsibility. En esencia, los autores rebautizan la agricultura regenerativa con el nombre de “rewilding” y sostienen que puede servir a (lo que ellos perciben como) los objetivos del rewilding real, y además hacerlo sin saltarse las normas sociales y proporcionando beneficios adicionales a la humanidad (dando por hecho que ambas cosas son buenas).
Resulta que éste es sólo uno de los varios capítulos de las actas de la conferencia sobre el tema del llamado “rewilding agrícola” o “rewilding con animales domésticos”. Lo he elegido en concreto para criticarlo simplemente porque es el primer texto sobre “rewilding agrícola” del que tuve conocimiento. Había pensado seriamente en no publicar nada al respecto, ya que, después de todo, no se trata de nada nuevo; no es más que el viejo y conocido intento antropocéntrico de monopolizar la conservación junto con la perversión ya común del significado del término “rewilding”. El hecho de que alguien pueda adoptar sin ironía la expresión oximorónica “rewilding agrícola”, es decir, la supuesta síntesis de agricultura-ganadería y “rewilding”, es una prueba de las consecuencias perjudiciales de la redefinición del término “rewilding”, de tal forma que su prototipo sea el pacido naturalizado con ganado (semi)domesticado cercado (caso analizado en detalle en el punto §2 de mi último ensayo “On Rewilding (Whatever That Is): Thoughts of a Faux Expat”). A pesar de ello, creo que sería un error centrar mi crítica en la forma extrema en que los autores abusan de un elemento del léxico inglés, ya que hay desacuerdos aún más básicos que subyacen a esta cooptación del término “rewilding” y que van en contra del espíritu original del movimiento a favor del rewilding.
En primer lugar, y lo que es más importante, los presupuestos éticos del capítulo parecen ser antropocéntricos hasta la médula (§1). Aunque hacen algunos comentarios superficiales sobre la autonomía de los animales no humanos, son bastante extraños, por no decir otra cosa, y no prestan atención alguna a la idea de que existe un deber moral básico de proteger la autonomía de la propia Naturaleza. Es de suponer que, como consecuencia de esta estrecha y poco imaginativa visión de la ética ecológica, los autores tergiversan los objetivos del rewilding (§2). En segundo lugar, y derivado de lo anterior, la propuesta del “rewilding agrícola” revela una gran falta de ambición y una concesión al statu quo social en general (§3), lo que, una vez más, se aleja radicalmente del espíritu del movimiento a favor del rewilding tal y como se desarrolló originalmente en Norteamérica.
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