¿De qué va realmente todo esto?/La gran miopía

Por  Dave Foreman y Laura Carroll

Nota: aquí meramente aparece nuestra presentación del texto. El texto completo puede leerse en formato pdf haciendo clic en el título del artículo. 

 

Lo que nos llamó la atención de este texto es que deja claro que lo importante para los autores es lo salvaje, no el ser humano y sus problemas sociales.

Aún así, cabe preguntarse si, como dicen los autores, el motivo de que dentro del ecologismo se haya dejado de dar importancia a la superpoblación no ha sido más bien que los propios ecologistas, conservacionistas y científicos de los años 60 y 70 dieron pie a ello porque se equivocaron bastante en su enfoque y sus predicciones. Nos referimos a que si en vez de meterse a “salvaculos” advirtiendo de los peligros medioambientales y sociales que supuestamente amenazaban la supervivencia de la civilización si no se frenaba el crecimiento demográfico (amenazas que, de momento, no se han cumplido en su mayor parte), hubiesen advertido simplemente de los peligros para la ecología (i.e., la Naturaleza) de la superpoblación y de la relación inversamente proporcional existente entre  el nivel demográfico y el estado de conservación de la Naturaleza salvaje (predicción que ha resultado ser correcta), a lo mejor ahora muchos más ecologistas y conservacionistas se tomarían la cuestión de la superpoblación un poco más en serio (ya sabemos qué pasa si dices que viene el lobo, pero nunca acaba de venir...).

Foreman, en este texto es demasiado condescendiente con los Erhlich y compañía. Los Erlich (y otros como los Meadows, por ejemplo), al errar en su enfoque, no hicieron en realidad nada bueno por la ecología (es decir, la Naturaleza) y la mayoría de los demás ecologistas y conservacionistas (incluido Foreman) les aplaudieron y les siguieron acríticamente sin rechistar.

Eso sin mencionar lo que ya hemos dicho mil veces en esta página: la miopía del conservacionismo, y del propio Foreman, al no (querer) ver ni tener en cuenta los inevitables impactos ecológicos del desarrollo tecnológico. Cada vez es mayor el porcentaje de materia y energía de la sociedad tecnoindustrial que es consumido por la tecnología misma y no por los seres humanos. Es una torpeza pensar que la disminución de la población humana por sí sola vaya a reducir suficientemente el impacto de la sociedad tecnoindustrial sobre los ecosistemas.

De todos modos los conservacionistas en particular y los ecologistas en general suelen ser demasiado tontos/incautos, demasiado flojos, demasiado políticamente correctos y tener demasiado miedo a ser tachados de misántropos, retrógrados y cosas similares, como para atreverse a hablar clara y adecuadamente de la superpoblación o del problema del desarrollo tecnológico (o de la combinación de ambos). Y además, muchos de ellos son de hecho irónicamente simpatizantes de ideas humanistas, progresistas e izquierdistas, con lo cual la mayoría de ellos siempre habrían enfocado el tema de mala manera, o muy cobarde o muy humanista y progresista, con o sin los errores de los Erlich y compañía.

Es más, todo ese cuento chino del desarrollo sostenible, las tecnologías verdes, el medioambientalismo y la manía de mezclar lo social con lo ecológico, que hoy en día es algo asumido y defendido incluso desde los gobiernos y organismos internacionales (la famosa Agenda 2030 de la ONU y otras propuestas progresistas aún peores) es en gran parte culpa de aquellos ecologistas torpes e idiotas de los 70, que creyeron estar haciendo la “revolución” y lo único que hicieron fue dar ideas al sistema para reformarse y mantenerse a sí mismo. Esta gente tiene gran parte de la culpa de que hoy en día el ecologismo en general sea relacionado casi siempre con el izquierdismo y el progresismo o de que mucha gente se niegue incluso a aceptar hechos tan básicos como el calentamiento global, la sexta extinción o la superpoblación (independientemente de cómo se valoren éstos o de las predicciones que se hagan al respecto).